Sobre el Deporte y la Democracia

En los últimos años, entre los ciudadanos de a pie y de automóviles también, se puso de moda el interés por los deportes.

Aunque el fútbol ya era un deporte de moda en los años en que el general Franco dirigió los destinos de este país, hoy en día ya no es el fútbol el único deporte que tiene millones de seguidores. El baloncesto, el balonmano y hasta el ridículo deporte de darle con un palo a una pelotita y que los ingleses llaman golf, causa furor en nuestro país.

Entre todos los deportes de última novedad, es el tenis el que tiene mayor auge. Al parecer el tenis es más chic.

¿Qué hay de malo en que un pueblo mantenga joven y flexible su cuerpo por medio del deporte?, se preguntarán muchos de ustedes. De malo nada, todo el principio lo tendría bueno, si no fuese que la moda deportiva actual, consiste en ser pasivos espectadores en lugar de activos participantes.

Los seguidores del deporte, consiguen una papeleta, que no es otra cosa que una entrada. Penetran en masa anónima en grandes recintos, sentándose apretujados unos al lado de otros en espera de que el juego comience.

Poco después, gritan, aplauden, sus rostros se contraen contrariados, los ojos brillan, y en algunos países, brilla con sus ojos un odio feroz, que se trasluce en peleas, puñetazos, navajas, garrotes y pistoletazos.

Acabado el juego se hablará durante toda la semana de él con pasión.

Cuando reflexiono sobre la historia de un país, me asombro por la coincidencia existente entre la pasión por el deporte y por la política. Relación que refleja su mayor coincidencia con los sistemas de gobierno despersonalizadores y masificadores. En estos últimos años, en los ciudadanos de a pie y de automóviles también, se puso de moda el interés por la política. 

— ¿Y qué política está de moda?—, — ¡Cuál va a ser! La democracia. Alguien volvería a preguntarme, — ¿Qué hay de malo en que un pueblo desee conseguir sus libertades y conservarlas por medio de la política? —. — De malo nada, en principio todo lo tendría de bueno, pero la moda en la política actual, consiste en ser pasivos espectadores en lugar de ser activos participantes —. 

Todo el mundo sabe que las palabras tienen su raíz a menudo en otros idiomas. La palabra democracia viene del griego Demokratia: demo quiere decir pueblo y crat quiere decir gobierno. La traducción literal de democracia, sería por lo tanto «gobierno del pueblo». 

Todos ustedes saben que eso es imposible, el pueblo jamás ha gobernado nada y menos todavía a sí mismo.

Sin embargo y por extensión, por democracia se entiende modernamente: «Todo sistema de gobierno en que los gobernantes son elegidos por los ciudadanos mediante votación».

Escribir las diferencias existentes entre las antiguas democracias griegas y las modernas democracias actuales, aunque es tema interesante no es materia de este artículo. Baste decir, retomando el hilo, que el ciudadano en un régimen denominado democrático, se agencia una papeleta, se apretuja en una fila con otros ciudadanos igual que él, y como anónima masa la introduce en una urna.

Su votación puede verse frustrada si aparecen bandas de porra que empiezan a estacazos con el papelante-votante, acabando por romperse las urnas; los ojos entonces brillan, y a veces, demasiadas veces, otras cosas con ellos.

Si todo va bien, se cuentan el número de votos. Ello equivale al número de goles en el fútbol, de canasta en baloncesto, de hoyos en golf, o de sets en el tenis. El que más votos tenga sale vencedor en la campaña electoral, que en deporte equivaldría al campeonato o la liga. El ciudadano ha elegido a sus gobernantes con solo un gesto, que de mano será al fin y al cabo.

Una vez hecho esto, volverá a la pasividad política, ya que hasta dentro de cuatro años no le habrán de pedir que cumpla como buen ciudadano demócrata.

Yo que me considero una persona tremendamente individualista, me gusta participar activamente en todo aquello que hago, no soportando que nadie haga las cosas que yo debo hacer. Pienso, mal que les pese a los demócratas-papeletas-votantes, que las democracias actuales son un sistema político demodé. 

¿Qué cuál es el sistema de gobierno que yo propongo?, — Muy sencillo, el de la democracia de la antigua Grecia, que dicho sea de paso, en nada se parece a la democracia actual —.

«La constitución que nos rige se llama democracia porque el poder no está en manos de unos pocos, sino de muchos. Todos son iguales ante la ley.
Nuestra conversación privada se respeta. Buscamos la belleza sin extravagancia. Procuramos el conocimiento sin timidez. La riqueza es un propósito meritorio si se le da buen empleo; indigno, si solo está al servicio de la vana jactancia».

Pericles, siglo V a c. refiriéndose a los ciudadanos caídos en la guerra contra Esparta defendiendo la ciudad de Atenas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *